JUSTIFICACIÓN

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el bienestar emocional «es un estado de ánimo en el cual la persona se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, trabajar productivamente y contribuir a la comunidad». 


Tener bienestar emocional implica: ser consciente de las propias emociones y poder manejarlas adecuadamente, saber cómo afrontar los desafíos diarios de la vida, y ser capaz de relacionarse satisfactoriamente con los demás. El bienestar emocional es un pilar fundamental de la salud de las personas y se manifiesta como un equilibrio entre emociones, sentimientos y deseos que potencia la resiliencia y contribuye a una salud positiva y, además, se relaciona con una satisfacción general con la vida. La evidencia indica también que el bienestar emocional también está correlacionado con la salud física. 


La OMS define, por otro lado, la salud mental como «un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad». 
El bienestar emocional y la salud mental pueden considerarse relacionadas, con espacios comunes, e interrelaciones manifiestas. Lo que ocurre en una de ellas modifica y define de manera recíproca y determinante el estado de la otra.


Hemos de recordar que la salud mental es una importante dimensión del estado de salud: las enfermedades mentales son uno de los mayores componentes de la carga global de enfermedad como por su carácter determinante del bienestar. En España, el 12,74 % de la población de 15 y más años presenta sintomatología depresiva de distinta gravedad: el 8,46 % presenta sintomatología leve, el 2,51 % moderada, el 1,19 % moderadamente grave y el 0,58 % grave.


La salud mental y el bienestar emocional dependen de la interacción entre factores biológicos, socioeconómicos, culturales y ambientales. En general, se pueden clasificar en:  Factores individuales: Estos incluyen las características psicológicas, habilidades emocionales, estilo de vida y predisposición genética de la persona.Factores del entorno: Comprenden la familia y amigos, la situación laboral, el género, el nivel sociocultural, el lugar de residencia, la cultura, y las políticas públicas relacionadas con el trabajo y la salud, entre otros.


A lo largo de la vida, estos factores pueden combinarse de manera que fortalezcan la salud mental (factores protectores) o la perjudiquen (factores de riesgo). Los factores protectores incrementan la resiliencia y mejoran la salud mental. Ejemplos incluyen una red social de apoyo, hábitos de vida saludables, una educación de calidad y un empleo digno. Los factores de riesgo incrementan la probabilidad de sufrir trastornos mentales, como el consumo irresponsable de drogas o la exposición a situaciones sociales, económicas, geopolíticas y ambientales adversas, como la pobreza, la violencia o la desigualdad.
Es crucial considerar que:

  1. Las personas tienen diferentes sensibilidades a los factores de riesgo y protección, y estos pueden afectar más a unas personas que a otras.
  2. La mayoría de las personas no desarrollan trastornos mentales a pesar de estar expuestas a un factor de riesgo, mientras que algunas pueden presentarlos sin haber estado expuestas a factores de riesgo conocidos.

Actualmente, sabemos que muchos de estos factores pueden ser modificados, lo que permite lograr cambios positivos y duraderos en el bienestar psicológico de las personas. Aunque algunos factores son externos al individuo y requieren acciones conjuntas de las comunidades o instituciones, también se ha demostrado que cada persona puede hacer cambios para mejorar su bienestar, reduciendo la exposición a ciertos factores de riesgo e incrementando el contacto con los factores protectores. De hecho, hay cada vez más evidencia de que los hábitos, comportamientos y estilos de vida de las personas pueden tener un efecto beneficioso en la salud mental y el bienestar emocional.
 

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