Frío

BAJAS TEMPERATURAS
 

En un entorno de cambio climático como el actual, donde el calentamiento global es un hecho constatado, las olas de frío no van a desaparecer, ni tampoco la morbimortalidad asociada a ellas.

En el caso del frío intenso, sólo en los casos más extremos, la exposición a muy bajas temperaturas conduce a cuadros de hipotermia y de congelación, que suponen una pequeña proporción del total de la morbimortalidad asociada al frío extremo. Las bajas temperaturas debilitan la respuesta defensiva del organismo y conducen a un sobre estrés que puede dar lugar a una descompensación orgánica agravándose enfermedades crónicas, sobre todo de tipo cardiaco y respiratorio. Las olas de frío pueden aumentar la incidencia de otras complicaciones de salud, por ejemplo, con el aumento de los diagnósticos por depresión o ansiedad y esquizofrenia, o complicaciones durante la gestación.

Aunque los efectos de las bajas temperaturas no ocurren de una forma tan aguda y repentina como en el caso de las altas temperaturas, los impactos en salud pueden llegar a ser superiores a los del calor extremo. La mortalidad y los ingresos hospitalarios en relación con el frío se producen entre 7 y 14 días después de la bajada de las temperaturas.

En España, la mortalidad invernal sigue superando a la mortalidad estival. Varios estudios demuestran que la población española se está adaptando, en general, al calentamiento global, pero podría producirse una desadaptación a las bajas temperaturas, por lo que el riesgo de morbilidad y mortalidad asociado al frío extremo se manifestaría a temperaturas más altas que en el pasado. En la Comunidad Valenciana (CV) el patrón es distinto, la mortalidad estival supera a la invernal, sin embargo, las bajas temperaturas son un factor de riesgo ambiental que no debería ser despreciado.

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